martes, 3 de abril de 2012

Carta de una hija a su madre con Alzheimer

Lo que nos hace ser diferentes unos de otros son nuestros recuerdos, el conjunto de experiencias que hemos tenido en la vida y que nos han construido como personas. Perder esos recuerdos, olvidarnos del ayer, es perder una parte importante de nuestra vida, nuestra identidad, lo que nos hace ser especiales, ser únicos y diferentes a los demás.
La demencia es la enfermedad de los recuerdos, pero no por ello de los sentimientos. La persona con demencia puede olvidar lo que ha vivido, pero no por ello deja de sentir; sigue siendo una persona y debemos tratarla como tal, ofreciéndole lo único que quizás sea capaz de comprender: el amor.
Quiero compartir con vosotros una carta muy especial y llena de amor, de una hija hacia su madre con Alzheimer. Dice así:

"Querida mamá, estoy a tu lado y no me atrevo a contestar a las preguntas que me haces. Esta enfermedad, que ha arrasado con tu memoria, ha hecho que haya perdido definitivamente la niñez.
Hace un rato, mientras te estaba peinando delante del espejo, me has preguntado dónde estaba tu madre y yo te he contestado que tenías ochenta años y que tu madre murió hace cuarenta, que yo soy tu hija y que te quiero con toda mi alma. Te has quedado mirándome, con esa mirada perdida, y yo, te he acariciado la cara, te he dado un beso y te he dicho, no te preocupes mamá, siempre hemos sido muy despistados en esta casa. Me has sonreído.

Papá ha pasado por delante del cuarto de baño y le has preguntado que cuándo venía tu madre y papá, desesperado, te ha contestado, medio llorando, ahora viene, es que ha salido a comprar. Y ha ido a refugiarse en el cuarto de estar.

Me has mirado y me has dicho: “¡Qué bueno es papá! me miente para que no me sienta triste”.

Fuisteis compañeros de carrera, te llamaba Maríe Courie porque eras la más lista de la facultad de químicas y se enamoró de ti hace ya sesenta años. Fue tu primer fan cuando creaste aquel club de inversión en bolsa de mujeres y te ibas a la Bolsa y te codeabas con todos los agentes.

Yo te cuento todas estas cosas para ver si puedo hacerte recordar y tú me dices: “¡Cuánta lata te doy!”. Te contesto que no hay nada que me guste más en este mundo que cuidar de ti -llevarte al médico, partirte el filete y ayudarte en tu aseo diario- porque tú fuiste nuestra madre querida. La que nos ayudó a estudiar; la que se pasaba las horas muertas en el oculista intentando que yo metiera el soldadito en la garita, cuando el soldadito se empeñaba en salirse, hasta que conseguiste erradicar mi estrabismo; la que intentó, por todos los medios a su alcance, que fuéramos más altos; la que nos llevaba al dentista; la que nos enseñó a nadar y a tirarnos de cabeza y la que, en la época de las cerezas, nos ponía pendientes de rubíes colgando de las orejas y nos trenzaba añillos de jade con los rabillos de las frutas.

Querida mamá, ahora yo soy la adulta y tú recuperas la niñez y yo cuido de ti porque te quiero. Y aunque no seas la mujer fuerte que fuiste, siempre serás mi madre.

Nos vamos a dar un paseo con papá, que no puede vivir sin ti.

Me sonríes y me dices que quieres ponerte el anillo de pedida".

           Te quiero mama.


La memoria no es el tiempo ni el lugar. Son muchos tiempos y muchos lugares. La memoria está en tu rostro, en tus manos, en cada gesto y en cada sentimiento.

"El Alzheimer borra la memoria, no los sentimientos". Pascual Maragall.-

                          Laura.-

Fotografía de Jovaní Fotógrafos: http://www.fotografoscastellon-jovani.com/ 


4 comentarios:

  1. una preciosa carta, llena de amor, me emociono al leerla

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  2. Muy bonita esta carta, me ha gustado mucho.

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  3. Y más bonita la foto, podrían por favor poner los créditos? Pertenece a Jovaní Fotógrafos: http://www.fotografoscastellon-jovani.com/

    Saludos y gracias por difundir la imagen.

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